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martes, 22 de enero de 2013

REFLEXIONES


CUADERNO DE BITÁCORA


Hoy, la nave de la vida nos ha llevado hasta tierras jamás holladas por quien esto escribe, ha sido una travesía, llena de bellos momentos, llena de bienestar, de alegría, de momentos de felicidad. La libertad se podía palpar, el no estar atados por nada ni por nadie, nuestra única preocupación, volar, volar lejos, libres, sin ataduras, sin imposiciones, sin nada que temer, solo disfrutando el camino, sintiendo el perfume de cada bosque, el murmullo de cada riachuelo, la luz de cada nuevo valle, dejando volar nuestra imaginación, dejándonos arrastrar por el paisaje, por cada viña, por cada cerro, por aquellos pajarillos que revolotean alrededor del árbol que los cobija, dejando nuestra mirada presa entre los destellos del agua de algún pequeño arroyo. Así es la vida, el amor, la libertad, por que, es cuando nuestra alma vuela libre, cuando de verdad somos felices, cuando nos paramos a mirar las cosas bellas, que este mundo nos regala. Es cuando nuestro corazón no esta preso, cuando repara en los reflejos, cuando siente la propia tierra, cuando su poder es imparable, y, cuando lo mejor de nosotros, se manifiesta. Por que es el corazón, algo que no se puede comprar, es algo que solo se puede dar, por que es libre, como nosotros lo somos, y solo es capaz de amar cuando no esta atado, cuando puede decidir sin imposiciones, cuando se deja arrastrar por las poesías de la naturaleza, por ese viento que murmulla con la voz de los bosques, con el canto del agua, con el trino de las aves. Es el corazón como un niño, que nada sabe de imposiciones, para sus ojos todo es bello, en su pureza se cobija en la compañía, sin esperar que nada mas ocurra. Nunca deberíamos dejar de ser un poco niños, de mantener esa pureza, de sentirnos bien, sin necesidad de grandes cosas, por no dejar de sorprendernos, por todo aquello, que cada día descubrimos. Mi navegante, como siempre, ha hecho que mantenga el rumbo firme,  cada minuto de la vida es un regalo, cada atardecer el mas bello, cada puerto, el mas acogedor, cada comida una fiesta, cada palabra una poesía, cada mirada un te quiero. Nada importa el rumbo que tomemos, nada importa el puerto que nos acoja, al llegar la noche, la luz de las estrellas me guía, como un faro en la lejanía, que me ayuda ha guiar mi nave. Así es la vida, como una travesía en la que podemos disfrutar de cada instante, o perdérnoslo todo en la sentina, me gusta ir agarrado a la borda, que el oleaje me salpique la cara, para no perderme ni un instante, ni una caricia del viento, ni un momento de este viaje, por el océano de nuestra vida

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